El químico Robert Angus Smith fue quién en 1852 acuñó el concepto de lluvia acida. Ésta, se produce al combinarse el óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre emitidas básicamente por fábricas, vehículos y centrales eléctricas, con la humedad del aire. A su vez interaccionan con el vapor de agua formando ácidos nítricos y ácido sulfúrico los cuales acompañan a las precipitaciones formando este devastador fenómeno.
Los efectos de la lluvia acida a destacar son: la disminución de la población de árboles, reducción de la fertilidad de los suelos afectando también a los microorganismos de la tierra, la acidificación del agua provocando la desaparición de animales y vegetales marinos, el deterioro de edificios y infraestructuras antiguas e incluso nuevas si se han construido con materiales propicios a degradarse como el mármol o la caliza. Por otra parte, estudios realizados en la Open University de Inglaterra, sugieren que pequeñas aportaciones de 5O2 en la lluvia reducen el gas metano, lo cual ayudaría a disminuir el efecto invernadero.
Las medidas preventivas a tomar o soluciones son, entre otras, la utilización de técnicas de neutralización de acidez de las aguas, impulsar el uso de gas natural en varias industrias, reducir el nivel máximo de azufre en diferentes combustibles, la ampliación del sistema de transporte eléctrico, neutralizar el pH de las aguas, no agregar muchas sustancias químicas en los cultivos y la más importante a fin de cuentas: reducir la emisión de gases nocivos.
Freddy Vallenilla
CRF
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